Continuamos con la tercera entrega de este ejercicio crítico abocado a discutir los programas educativos de las distintas agrupaciones políticas anunciadas en la primera de estas notas. La novedad - fuera del éscandalo de plagio "doctoral" de César Acuña - es el segundo puesto (empate técnico) logrado por Julio Guzmán, que lo introduce en la arena de lucha directa por pasar a la segunda vuelta. Este contexto exige que se vuelque la mirada hacia las propuestas de este candidato, sin olvidar que faltan aún tres meses, y candidatos como Verónika Mendoza - pequeños en términos porcentuales - muestran ideas muy sugerentes. 

Un aspecto que quedó pendiente mencionar sobre las cuatro propuestas analizadas anteriormente es que ninguna discute la inclusión de temas de género y sexualidad en el currículo de la educación básica y secundaria - pensar introducir alguna reflexión sobre el feminismo sería óptimo, pero dado el contexto en el que el Perú se encuentra estaríamos hablando de un salto exponencial poco probable en materia de políticas educativas – tarea que queda pendiente, al igual que la iniciativa de incorporar la formación de una conciencia histórica que atraviese el proceso educativo de los individuos y que configure una memoria crítica de la historia pasada y contemporánea de nuestro país.

Nos toca, entonces, abordar las propuestas de tres candidatos más en el siguiente orden: Julio Guzmán, Alejandro Toledo y Veronika Mendoza.


Todos por el Perú: 

10 puntos en la última encuesta, ahí lo tienen.

Esta agrupación es la novedad en estas elecciones, lo cual genera expectativa sobre las propuestas que puedan presentar. Sin embargo, su líder - Julio Guzmán – se ha mostrado como un candidato ambiguo en sus posicionamientos, inexacto en sus datos, desconocedor de su propio plan y como una suerte de versión pirata de PPK.

Si hablamos del programa educativo, nos encontramos con una introducción a sus propuestas en la que se menciona la puesta en marcha de una ‘revolución educativa’ (p.22 del documento original), que empieza desde que el individuo nace. Esta revolución implica - en primer lugar - el compromiso de profesores y directores en aplicarse y capacitarse para brindar una enseñanza adecuada, fomentar el emprendedurismo – palabra que me genera gases por ser elemento esencial del aparato discursivo del neoliberalismo – en la educación secundaria, seguida de la formación laboral, el arte, la cultura y el deporte. El orden elegido en esta última parte revela en qué aspectos del desarrollo individual hace énfasis la propuesta de esta agrupación, rastros claros de un discurso neoliberal.

La introducción prosigue refiriéndose a la educación superior, su reforma, la participación de la SUNEDU, créditos y becas, el trabajo articulado con la empresa privada, la formación docente y en investigación, y la inclusión educativo-laboral de aquellos que no pudieron terminar sus estudios de manera regular. Hasta aquí, nada novedoso.

Lo interesante se encuentra, a mi parecer, al analizar las propuestas que intentan articular diversos aspectos del plan presentado: educación + salud + empleabilidad + emprendimiento + niñez + juventud; y que son expuestos a manera de “hashtags” en los pie de página de cada propuesta.

De las ideas planteadas en relación a educación inicial, básica regular y secundaria – que contemplan un programa de educación inicial y estimulación temprana, cobertura y eliminación de la deserción escolar, la creación de ‘domos juveniles’ para capacitar y empoderar a los jóvenes – me llamaron la atención dos.

En primer lugar ‘Escuelas abiertas: vida en comunidad’ (p. 169 de la numeración del documento escaneado) en donde la intención es convertir a las escuelas en espacios de interacción e intercambio cultural comunal, y ‘promover la movilización de los estudiantes a espacios educativos fuera de la escuela’ (p.169) sea a museos, teatros, campos de cultivo y fábricas; Y luego ‘Jóvenes preparados para la vida’ (p. 175) que plantea preparar a los alumnos – desde el tercer año de secundaria – en función del desarrollo de sus capacidades y expectativas, busquen estas la formación académico-universitaria, técnico-productiva, o deportiva-profesional.

Considero que la primera sería interesante de aplicar en áreas urbanas y urbano-rurales, pues en áreas rurales tendrían que generarse estos espacios (museos, teatros) para ser viable – cosa que no es imposible, pero necesitaría iniciativas concretas que contemplen un trabajo conjunto entre estado, comunidad y empresa privada – y no reducir el espectro de integración únicamente a actividades productivas. Sobre la segunda, el que sea perfectible no quita que sea una propuesta atractiva a explorar, y a la cual se le podría agregar un eje artístico-cultural.

En lo referido a educación superior, además de lo adelantado líneas arriba, preocupa la propuesta de continuar con las evaluaciones y la meritocracia en la carrera magisterial (de educación inicial, básica y secundaria) sin haber configurado previamente el proceso de consolidación de la formación docente a partir del reflote de institutos pedagógicos, la reforma de sus currículos, talleres de formación continua, y el reclutamiento de especialistas en formación docente. La idea de evaluar y premiar no es mala, incentiva el esfuerzo y la dedicación en los docentes, pero al estar planteada en términos de competitividad – el alcanzar una plaza o subir en la escala de mérito – genera una cierta asimetría entre quienes pueden agenciarse capacitación, actualización y tiempo para el estudio, y quienes – por circunstancias particulares – no; y es ahí en donde el estado debe entrar a subsanar el déficit en formación docente para que – en todo caso – la competencia sea más pareja.

Un último punto – probablemente el más alentador – es la propuesta referida a la salud sexual y reproductiva de los jóvenes (p. 180) en donde encontramos una propuesta de desarrollo de programas que le hagan frente al bullying – concepto algo problemático sobre el cual no indagaremos aquí – por causas de raza, sexo, orientación sexual e identidad de género. Saludo enérgicamente esta iniciativa y espero que sea tomada como ejemplo para futuros planes de gobierno.

Más allá de que en este programa encontramos, claramente, la intromisión de – incómodos - presupuestos y objetivos neoliberales, el que se haya tomado la molestia – aunque sea pequeñísima – de incorporar un plan de salud y educación sexual más allá de lo reproductivo es digno de resaltar. Una pena que no se haya tocado el tema de educación inclusiva para personas con habilidades y necesidades especiales, ni la educación rural e intercultural bilingüe. Jalado en ese aspecto.

Estamos, nuevamente, ante una opción que se muestra indecisa en sus objetivos, y que transmite un posicionamiento marcadamente neoliberal – sobre todo en el fomento al emprendedurismo, de la prioridad dada a la formación laboral, de la 'marcación' continua al docente – pero con una aparente variante humana - apreciada en las propuestas de articular escuela y comunidad, o la mención explícita de una política anti-discriminatoria - que amortigua el avasallamiento del primero. Tal ambigüedad es problemática e invita al cuestionamiento de las motivaciones reales detrás de las propuestas presentadas, y cuál será el peso que se dará a cada una. No me deja satisfecho.


Perú Posible: 

Sí alejandro, ya fuiste.

El programa educativo propuesto por esta agrupación no dista mucho del bochornoso documento presentado por la coalición APRA-PPC. Mientras que en el plan de los últimos nos encontrábamos con once viñetas mal escritas, aquí nos encontramos con once más – veintidós en total - mejor redactadas, al menos.

La lógica de spot de campaña sigue presente y lo único que resalta entre toda esta mediocridad es la igual de mediocre - por cómo ha sido propuesta - pero necesitada propuesta de construir e implementar bibliotecas públicas en cada distrito del Perú. ¿Cómo? Ni idea, y probablemente ni el mismo Toledo lo sepa. Más de seis líneas para reseñar este programa, que despilfarro.


Frente Amplio: 

Hay que seguirle el rastro a Vero,.

La izquierda intenta nuevamente alinearse bajo una agenda común que tiene como ejes la justicia social y la redistribución equitativa de la riqueza. Verónika Mendoza es la novel líder de esta nueva oportunidad que la izquierda se está dando a sí misma. Es joven, preparada, carismática - desde mi punto de vista - y comprometida con su lucha.

Todo este entusiasmo se ve lamentablemente estropeado cuando los fantasmas del radicalismo discursivo, de una izquierda estancada en romanticismos e incapaz de establecer un diálogo con y dentro de ella misma, se cuelan por la puerta trasera.

Sin embargo, esta es la oportunidad para aprender de esta experiencia que no debe hacer sino fortalecer los cimientos que se están intentando dejar, y continuar en campaña desde hoy hasta las elecciones del 2021, año en el que, quizás, y producto del esfuerzo de sus militantes, se pueda tener una propuesta interesante de parte de estas coordenadas del mapa político.

Una recomendación previa al análisis, y tomando en cuenta que el FA es la primera agrupación - de las ya revisadas - que se ha ceñido al formato propuesto por el JNE, es que se evite esa tendencia a soltar cifras y porcentajes de manera tan profusa. Sabemos que los números llaman la atención, pero – a mi parecer – los argumentos la llaman más.

Su programa educativo refleja claramente los principios bajo los cuales – aparentemente – se rige esta agrupación, que yo particularmente comparto, y que han sido mencionados al inicio de esta sección. Son seis las áreas en las que se busca tener incidencia y plantean retos realizables y deseables, de los cuales mencionamos los más llamativos:

• Educación rural, intercultural y bilingüe, que apunta a la revaloración de las lenguas originarias en el proceso de aprendizaje; elevar el porcentaje de niñas que accedan a educación superior; integrar la educación a través de una red territorial.

• Reforma curricular que tenga como premisa ‘la diversidad de actores, contextos, y las apuestas ciudadanas de bien común, justicia ambiental, interculturalidad y equidad de género’ (p. 6 del documento pdf) que – nuevamente – saludo y remarco como ejemplo. Esta reforma contempla la creación de un Centro Nacional de Investigación Pedagógica y Recursos Educativos – idea con la que, a mi parecer, saca ventaja clara con respecto a las propuestas a los demás candidatos. Además también se propone – o, al menos, eso entiendo – diseños curriculares adaptados a los contextos regionales, lo que implicaría un arduo trabajo de investigación, diseño e implementación de los mismos, y que como idea es excelente y debería ser trabajada a fondo mirando a las próximas elecciones.

• Reforma universitaria en la que se contempla la creación de un ‘viceministerio de desarrollo científico-tecnológico y formación profesional’, y un ‘fondo nacional para la producción académica y científica’ (p. 7), lo que implica instancias institucionales en las que se fomente la inversión en dos aspectos fundamentales de la educación.

Hay muy buenas ideas en este programa, incluyendo la sección sobre la mujer en la cual se plantean programas de prevención de violencia de género en las escuelas, y de desarrollo curricular igualitario; y la sección de diversidad y la intención de capacitar a docentes y autoridades en temas de diversidad sexual y de género.

El problema es que al haberse ceñido al formato del JNE – formato que en vez de permitir el esclarecimiento de las propuestas, las limita a ser meramente descriptivas - ha perdido la oportunidad de desarrollar – resumidamente - la manera en cómo estas ideas van a materializarse. Para tales casos, ofrecer cifras y porcentajes no resuelve la inquietud de conocer cómo se va a trabajar.

Además, en el programa no se propone un objetivo general de la educación y de su reforma, lo que permitiría identificar el lugar que asume el FA frente a este problema – uno puede intuirlo, dado que es una coalición de izquierdas que intentan articular los mismos principios – y hacerlo explícito.

Por último, fuera de la mención que se hace sobre la problemática de personas con necesidades y habilidades especiales en las secciones de desarrollo e inclusión y ciudades inclusivas, en materia de educación no se plantea nada claro.

Es, sin duda, un muy buen prospecto que amerita ser tomado en cuenta muy seriamente. Sin embargo, es un documento perfectible que requiere ser trabajado a profundidad mirando hacia futuras elecciones y campañas.


Esta vez no la tengo tan difícil, y sin dudarlo daría mi voto al FA, pues con sus limitaciones organizacionales y demás problemas, han logrado plantear ideas claras que suponen un cambio radical en la manera como - en los últimos 25 años – el poder ha venido entendiendo la educación. Julio Guzmán, salvo algunos puntos, sigue inmerso en el discurso neoliberal de emprendimiento y desarrollo productivo; y Toledo demuestra porque – por suerte – esta es su última participación.

En nuestra siguiente nota, la penúltima, abordaremos las propuestas de los coleros Alfredo Barnechea, “Nano” Guerra García y Miguel Hilario.