Continuando con el recuento de programas educativos, tiene que quedar claro que se está expresando una percepción particular que procura ser neutral en la medida de lo posible, pero a la cual le es imprescindible resaltar la mediocridad o la calidad de los discursos sobre la base del análisis de los programas. En esta nota se comentan las propuestas de APP y la coalición APRA-PPC.
El empresario y el dinosaurio


Alianza para el Progreso:

no sabrá hablar pero es muy astuto

La agrupación de César Acuña - quien se ha mostrado muy atento al panorama educativo y ha propuesto la educación como prioridad en caso salga elegido – más que un programa elabora una colección de ideas, algunas interesantes, algunas reiterativas, y un resto que se ve opacado por una retórica florida pero vacía. El encabezado del documento dicta “Educación de calidad para la vida y la productividad” (p.19) y vaya que le hace honor a lo que expresa en los párrafos siguientes.

El discurso sobre la competitividad impregna casi la totalidad de la propuesta. Empezando con la educación escolar, se menciona el aumento del presupuesto asignado al sector a un 6% del PBI, asesoría y capacitación a docentes brindada por el MINEDU, mejora de infraestructura, meritocracia en nombramientos y salarios de docentes y elevación de la calidad educativa pública en función de su competitividad internacional. Ideas sueltas que no profundizan en los mecanismos a utilizar y que no están sujetas a un hilo argumentativo, lo que queda demostrado en párrafos que saltan de ideas a problemas, de problemas a verborrea y a ideas nuevamente.

La segunda parte se centra en concentrar esfuerzos para mejorar la educación de los pobres del país, propone la universalización de la educación básica – promesa clásica en campaña hecha por varios – presentada de la siguiente manera – muy graciosa por cierto: “Hacia el 2021 se debe lograr la universalización de la educación básica, lo que se logrará al llevar la educación a todas las localidades aisladas, evitando que los niños tengan que acudir a un centro de educación inicial lejano” (p. 21). Redundancia en su máxima expresión que se repite a lo largo del programa. No quiero imaginarme el resto de secciones (economía, salud, seguridad, etc) del plan.

Menos quiero entrar en las contradicciones en las que se cae presentando un plan cuyo principio fundamental dice ser el desarrollo humano, pero que realmente fomenta la competitividad, la productividad, la uniformidad de criterios de evaluación y de competencias a desarrollar, al mismo tiempo que habla de creatividad, de las ‘habilidades blandas’ – los conocidos ‘soft skills’ del desarrollo humano: asertividad, empatía, capacidad de dialogo –, de la inteligencia emocional, el aprendizaje colaborativo y demás.

Para no extenderme, lo más interesante del documento se presenta en la sección referida a la educación superior y que propone el ‘Desarrollo de “sociedades de conocimiento” en las regiones’ (p. 23). En estas sociedades entran a interactuar una serie de elementos - presentados a manera de variables – básicos para la creación de ‘clusters’ en donde educación, ciencia, tecnología, consultoría e innovación se unen a la iniciativa del sector privado para la formación de parques tecnológicos.

Este es el punto más extenso y – a pesar de sus limitaciones – el mejor desarrollado del programa (quizás el señor Acuña tiene algún interés en esta iniciativa habiendo invertido tanto dinero en la educación superior). Esta propuesta es una buena idea que debe ser explorada y que sirve – evidentemente – para aquellas profesiones demandadas por el mercado, pero también para el país. 

En conclusión, nos encontramos -nuevamente- más con un conjunto de ideas desarticuladas, que con un programa; enérgico en el uso del lenguaje pero débil en contenido, una patinada digna del candidato que la presenta.


APRA-PPC:

¿Y la educación?

El programa de está flamante coalición es un chiste de mal gusto: once viñetas en menos de página y media, sin ninguna novedad, mal escritas, que parecen un guión de spot publicitario. Una pena por estos dos partidos “tradicionales” y una pena haber gastado casi cuatro líneas en reseñarlo.


Habiendo sido Trujillo la cuna del APRA y la plataforma política de Acuña, y habiendo sido, los peruanos, testigos de cómo – con el paso de los años - el último ha ido desterrando al primero, queda claro que en esta contienda (referida a los programas educativos) la mediocridad de Acuña supera a la total displicencia de parte de García. Así nos encontramos – pues – a la merced de mediocres y displicentes.

En la próxima nota, una tríada: Guzmán, Toledo y Mendoza. Veremos si la juventud de sus candidatos se refleja en las propuestas de Todos por el Perú y el Frente Amplio, y si es que Toledo sigue siendo capaz de ofrecer ‘algo’.